jueves, 29 de enero de 2015

Las fobias irracionales que no son tan irracionales.

Yo, el momento en que me inyectaron...

Esta imagen me provoca arcadas y escalifríos...

Hace un par de años salí para Estados Unidos, y entre tantos trámites de pasaportes, visas y demás mis padres decidieron que debíamos ponernos una vacuna contra la influenza AH1N1. Reitero mi estado en ese tiempo, para avergonzarme más: tenía 19 años, en ese tiempo tenía novia, vale, ya estaba grandecito. Llegué al lugar donde nos iban a aplicar la vacuna, estaba tranquilo, sabía que me iban a inyectar. Todo parecía ir bien hasta que ví la maldita aguja... maldije, patalee, lloré, arme un follón... entre tres enfermeras me acorralaron en la esquina y por fin me inyectaron. Lo peor es que ni siquiera me dolió, fué más drama que nada... sí, me porté como un gilipollas sin razón alguna. 

No me gustaría tenerla en mí brazo, pero tampoco me aterroriza demasiado la verdad...

En el primer año de carrera, me encontraba tomando una clase, todo iba con tranquilidad, hasta que una de mis compañeritas gritó fuertemente y salió corriendo del salón, se le había parado una arañita en el cabello. Salí a conseguirle papel, en el camino ví a mi compañera temblando y llorando desconsolada, cuando uno intentaba acercarse lo empujaba porque decía que aún sentía caminar a la araña. Unos años antes, iba en el camión y sentí algo raro en mi cabeza, al rascarme apareció en mi mano una araña patona, muy similar a la que le había caminado ami amiga, me asusté un poco pero la aventé sin menor problema.

Nótese que también le temo a las alturas...

Entre mi incidente con la araña y el incidente que sufrió mi compañera no hay ninguna similitud más que el hecho, a ambos nos caminó una arañita en el cuerpo. Sin embargo, compartimos el mismo terror cuando me inyectaron, tal vez cuando a ella la inyectan no se exalta en lo más mínimo. 

Flaca, trae mi lanzallamas...

Desde fuera, ambos casos pueden parecerles graciosos y hasta cierto punto ridículos, pero piensen por un momento en aquella cosa que pueda provocarles un pavor irracional e inexplicable, y podrán comprender qué es aquello. Es curioso, cada que reflexiono sobre aquella vez que me inyectaron me dan ganas de que me trague la tierra, de verdad no comprendo por qué me puse así; pero en el momento sentí el pavor y la desesperación más fuertes. Supongo que no viviré mucho si no se encuentra una alternativa a las inyecciones, no sé, anestesia en pastillas o cosas así, igual y si a alguien le nace nos pueda contar alguna experiencia terrible con relación a esto... ¡Hasta otra grumetes!

¡Únete a Facebook!



No hay comentarios:

Publicar un comentario