sábado, 13 de agosto de 2016

Bailar: Un Extraño Ritual de Apareamiento.

El templo donde se lleva a cabo el ritual del baile.

Hace años fui con un grupúsculo de mujeres al Rodeo Santa Fe; por si no lo conocéis, es un enorme antro con distintas salas, cada sala tiene un estilo de música y decoración propias. Si no mal recuerdo entramos a la sala de banda. Yo no sabía bailar, así que me convertí en el cuidabolsas del grupo, me limité a beber y observar lo que sucedía a mi alrededor; mis acompañantes iban y venían, me preguntaba si los hombres que las sacaban a bailar las habían visto desde lejos o daban vueltas por las mesas jugando al pato pato ganso.

Una canción que podría Bailar.

Un par de horas después, una de ellas se sienta y comenta "Me gustó cómo bailaba, pero no estoy convencida", o algo así porque platicar con Julión Álvarez a todo lo que pinche daba era prácticamente imposible. Al final, las chicas obtuvieron números de teléfono y otra se dio un par de besos apasionados en la pista; todo esto fue por medio del baile, estas personas apenas se conocían.

Otro día le pregunté a una mujer por qué una cantidad considerable de mujeres -por no decir que es la gran mayoría- tomaban tanto en cuenta la habilidad de su pretendiente bailando. La respuesta fue muy poco clara "Es una expresión horizontal de algo vertical" -O vertical de algo horizontal, no recuerdo bien-, y... me quedé tablas porque no entendí una chingada de lo que dijo. Bailar es la forma más rápida de ligarse a una morra, es práctico; sin embargo, no entiendo por qué tanta devoción a una cosa tan trivial como lo es el baile.

Yo intentando bailar cualquier cosa.

El baile es un ritual de apareamiento humano, y junto a otros rituales forma parte de nuestro lado animal. El macho demuestra que puede ejecutar correctamente el ritual y la hembra le da ciertas licencias; es un ritual completamente sexista, realmente son como animalitos. ¿Qué tan bueno o malo es? Antiguamente bailar funcionaba como pretexto para conocer nuevas personas del sexo opuesto, y hacerlo bien suponía una buena primera impresión; sin embargo, actualmente el que no tiene un ligue es porque no quiere, la gente tiene Tinder y ya no es necesario saber bailar para conocer a futuros prospectos. Me imagino que aún para muchas mujeres sea indispensable tener un bailarín como pareja; pero a una gran cantidad seguro eso les vale ñonga.

Mi madre quiere enseñarme a bailar a toda costa; sin embargo, sólo puedo hacer un penoso homenaje al Resortes. Pero no sólo soy malo bailando, soy un fiasco para todas aquellas cosas en las que se hagan secuencias de movimientos coordinados: no puedo tocar instrumentos, no puedo jugar adecuadamente a los juegos de pelea, tampoco puedo jugar al Guitar Hero o al Dance Dance Revolution. Lo más raro es que mi madre no para de decirme "siente la música", cosa que no sé exactamente cómo se hace; sospecho que los murciélagos sí saben como, pero no me he atrevido a preguntarles.

También intenté con el Brakedance, pero no me fue como esperaba.

La flaca me ha dicho que quiere que aprendamos a bailar (ya valí). Sinceramente, no sé si quiera intentarlo de nuevo, ya he sufrido innumerables fracasos en mi lucha por aprender los pasos básicos. Tal vez la flaca me deje por alguien que sí sepa bailar, tal vez al final tenga que largarme a un país donde las mujeres valoren otras habilidades; pero estoy, mis padres dicen que los regiomontanos bailan la electrónica como si fuera El Tucanazo, así que no debo estar tan pal perro. Mientras, observaré detenidamente los pasos del Marcianito 100% Real No-Fake, a ver si se me pega algo de su magia para que la flaca no me deje. ¡Hasta otra grumetes!






martes, 9 de agosto de 2016

Sobre la Soledad.

Había un muchacho llamado Soledad en mi escuela,
siempre pensaba en esta canción, pero nunca me atreví a cantársela ¿O sí? No recuerdo.
Ow y es la primera vez que veo la cara de Amaia Montero,
después de pinche mil años de escucharla en Estereo Poya.
Este pie de vídeo es estúpidamente largo.

En los grupos de Whatsapp soy de esos que habla muy poco, en la mayoría de las conversaciones no participo y me mantengo como espectador. A un año de haber salido, el grupo de mi generación de filosofía es un pueblo fantasma; hasta hace un tiempo, uno del grupo preguntaba con cierta frecuencia si alguien comería cerca de la escuela -lugar en el que ahora trabaja-, para evitar comer en soledad. Tres días seguidos nuestro compañero hizo la misma pegunta, todo hasta que otro le preguntó "¿A tus nuevos compañeritos ya les caga tu presencia o qué?"; el otro nunca más volvió a preguntar.


Y desde ese día, mi compañero de la carrera pasa los
días comiendo triste y solo.

Muchas personas catalogan a la soledad como algo negativo. Si pones "soledad" en el buscador de imágenes de Google salen imágenes tristes, con colores opacos o en escala de grises. La sociedad en general ve mejor a un individuo extrovertido que a un introvertido; de hecho, se toma a la extraversión como lo "normal", como el modo en que todos deberíamos ser.



La felicidad del hombre, pareciera, radica en estar siempre acompañado, en tener un millón de amigos para así más fuerte poder cantar -pun intended-; y resulta ser que al final la respuesta es "no exactamente". El tema es tratado por Kant en "la sociable insociabilidad" del hombre; y se relaciona con el "dilema del erizo" que desarrolla Schopenhauer -Wikipedia is your fucking friend-, os explico.

La sociable insociabilidad es una conflicto constante entre "yo" y los "otros", por decirlo de algún modo. El hombre más que saber que tiene que colaborar con los demás para tener una vida mejor, tiene una tendencia hacia ello. A veces tenemos conflictos internos cuando alguien nos pide ayuda, cuando nos piden donaciones a la cruz roja, cuando nos piden un favor; es elegir entre nosotros y los demás. Sin embargo, también refiere a la tensión que sentimos entre la soledad y la compañía; a veces queremos estar acompañados y otras veces preferimos seguir nuestro camino, estar solos.


La soledad genera tormentas eléctricas...

El dilema del erizo -tema que trata magistralmente Neon Genesis Evangelion- sigue más o menos los mismos pasos. En el frío invierno, los erizos necesitan estar juntos para generar calor; sin embargo, aunque generan más calor entre más juntos se encuentren, tanta cercanía provoca que mutuamente se entierren las espinas. El humano es igual, la completa soledad nos hace sentir mal, pero también la profunda intimidad con los otros; no aguantamos estar acompañados todo el tiempo, siempre llega un punto en que necesitamos tiempo para nosotros.

Es bueno tener alguien con quien comer, alguien con quien platicar, alguien con quien trabajar en equipo; pero es saludable disfrutarse también (y con ello no me refiero sólo a la paja, guarrillos). Me parece terrible que se piense de la soledad como algo triste, malo, de tonos grises; es la representación de una obsesión. El modo en el que es tomada la soledad revela una enfermiza dependencia en el otro. No sé, tal vez aprender a convivir con nosotros mismos nos ayude a nunca depender de otros para ser felices; mantendría un sano equilibrio en nuestras relaciones. Digo, sería una soberana pendejada de la humanidad que los únicos que aprecien la soledad sean los adolescentes adictos a la paja. ¡Hasta otra grumetes!