miércoles, 8 de marzo de 2017

Vocación

Este es un artículo largo de cojones, pero... espero sea de ayuda.

Soy una persona distraída y ensimismada; sin darme cuenta se me van las cabras a pastar al monte y me olvido de lo que me rodea. Por ello, nunca tuve aptitud académica; tengo amigos que suelen decir que eran un asco en la escuela porque tenían ochos, y yo desde secundaria no pasaba del siete. Sufrí demasiado con mis padres por eso; recuerdo a mi madre decir a cada momento "vas de mal en peor" y a mi padre decir que estaba harto de mis pendejadas. En la preparatoria, mis padres me amenazaron con sacarme de la escuela y meterme a un autolavado si no mejoraba; me lo creí y estuve muy acojonado, pero... ni así pude subir mis números.


Imaginen a un chamaco más apiñonao y se parecerá a mí.

En mis momentos más bajos contemplé el suicidio como una opción; era un bueno para nada, no sabía qué mierda iba a hacer de mi vida. Sin embargo, seguí adelante, mi personalidad se tornó burlona y sarcástica; tal vez para evitar esos pensamientos suicidas.

No sé cómo, pero salí de la preparatoria sin problemas e inmediatamente entré a la universidad. Hice un examen para psicología en la UVM y uno para pedagogía en la UP. En ambas pasé el examen sin problemas; sin embargo, en pedagogía me hicieron una entrevista y me rechazaron. Me ofrecieron un examen de orientación vocacional, me lo aplicaron y me salieron tres carreras: filosofía, comunicación y psicología.

Al final, con mis padres un poco temerosos por mi decisión, escogí filosofía. Los primeros semestres fueron muy duros; desde secundaria no veía exámenes con preguntas abiertas, y no sabía cómo responderlos. Pertenecía al grupito de los que iban terrible, muchos se salieron de la carrera; yo estuve a punto de salirme también, pero mis amigos y profesores me incentivaron a seguir luchando. Nunca pensé que podría terminar una carrera, pero... simplemente pasó.

Recordar todo esto me hizo pensar en mis padres; en cómo habían hecho algo que no es tan común, apoyar las locuras de su chilpayate. También me puse a pensar en todas las personas que no recibieron ese apoyo, quienes no pudieron seguir su sueño; en la suerte que tuve de seguir el camino que yo quise.


Está chidita la imagen.

En México, 25% de los jóvenes son ninis, y -dice Forbes- el 93% de los estudiantes que comienzan una carrera no la terminan ¿A qué se deben estas cifras tan alarmantes? He aquí mis teorías.

Primeramente, no entiendo la devoción que tienen muchos por las matemáticas. Infinidad de niños y jóvenes toman clases en kumon o los mandan a regularización exclusivamente de matemáticas; tal vez como un ridículo esfuerzo de orientarlos a ser economistas, ingenieros o algo que huela a dinero. Esta manía con las matemáticas cierra mucho las posibilidades para cada individuo; nos quita de descubrir el talento de cada persona al intentar incursionarle en una sola área.


No me malinterpretéis, no es que diga que las matemáticas no importen;
 simplemente que hay muchas otras áreas en las que incursionar,
y sólo tomar en cuenta una es tonto.

En la última prueba ENLACE (2016), el porcentaje de alumnos con las mas altas calificaciones en Comunicación fue de casi 45%, mientras que en Matemáticas fue de 39%. Sin embargo en 2014, la brecha entre Comunicación y Matemáticas era mucho más grande, con 50% y 36% respectivamente; si tomamos en cuenta lo que he dicho en el párrafo anterior, esto es poco más que irónico.

Un profesor me dijo una vez "Si te gusta lo que haces, te irá bien". Frase que me lleva al siguiente problema, la fijación por las "carreras rentables". La obsesión de padres e hijos por escoger una carrera "bien pagada" es absurda y altamente dañina. Los jóvenes que usan este criterio se transforman en profesionistas mediocres; personas que nunca podrán llegar lejos porque no les gusta lo que hacen. 

Es importante hacer entender a la gente que en todas se puede hacer dinero; que todas tienen sus propias ocupaciones y áreas de empleo. Una ingeniería no garantiza a nadie ni siquiera un buen trabajo; si es por el dinero, lo mejor sería hacerse de un buen negocio y dejarse de estas tonterías.


Hay quienes creen que con el título de ingeniero o abogado te llueven dollars,
yates y autos... pero no.

La culpa no es de todo nuestra, el poco interés que muestra el gobierno por la educación es brutal. Los proyectos científicos en nuestro país siempre se quedan en nada; a cada momento escuchamos de los "grandes descubrimientos mexicanos" pero... no se patentan ni reciben incentivos. El deporte va fatal, si alguien quiere ser deportista debe de saber que se enfrenta a federaciones corruptas y decadentes; infinidad de atletas renuncian al deporte por el nulo apoyo que reciben de las federaciones. La cultura va del culo, el gobierno parece estilista pedorro recortando el presupuesto cada vez más.



Tenemos que presionar al gobierno para que deje de rascarse los huevitos y ponga a los funcionarios a currar de una puta vez. Obligarlos a invertir en los proyectos científicos locales; a invertir en el deporte; a invertir en proyectos culturales. A cambio, nosotros debemos mostrar interés por esos proyectos científicos; interesarnos en otros deportes que no sean el fútbol; ir a museos en vez de despilfarrar nuestro dinero en el cine.

Las escuelas deben de tomar cartas en el asunto. Aplicar exámenes de orientación vocacional a los alumnos e informarles sobre las distintas profesiones. También necesitan acercarse a los padres para darles asesoría, hacerles entender que no existe la "carrera ideal"; que ninguna carrera te hace llover los dólares.

Los padres deben de guiar los proyectos de sus chilpayates. Necesitan dialogar con ellos, ayudarlos con su experiencia a encontrar eso que les gusta; no de forzarlos a seguir un camino que no les traerá nada bueno. -y dejar de meterlos a putas clases de matemáticas a la de a huevo, hay más cosas-

Los estudiantes tienen la obligación de informarse e investigar sobre las carreras que les interesan. Necesitan reflexionar profundamente qué quieren hacer por el resto de sus vidas; no dejarse influenciar por lo que digan otros y hacer suya esa decisión, porque es la más importante que van a hacer en su vida.



Solucionar los problemas que enfrenta nuestra juventud es complicado. Sin embargo, dos de los cuatro deberes son directamente nuestra responsabilidad, podemos empezar por ahí; eso al menos nos permitiría descubrir el verdadero talento de cada persona y evitar que tantos dejen los estudios porque no encuentran su lugar. El camino es lago y lleno de tropezones; pero es algo por lo que vale la pena pelear. ¡Hasta otra grumetes!

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