sábado, 4 de julio de 2015

En Defensa del Matrimonio Homosexual

Hay tres temas en el momento que están de moda: las huevadas que dijo Donald Trump, el trabajador de Maskorta que maltrata animales y la aprobación del matrimonio homosexual en Estados Unidos. No hablaré de las primeras dos porque es algo en lo que todos están de acuerdo y la verdad me tienen un poquitín hostigado. Pero la tercera es aquella de la que hace falta hablar.


Quisiera que el Ying y el Yang estuvieran equilibrados en mi panza...
pero tengo amibas. :(

Algunos grupos religiosos critican el hecho de que los homosexuales se casen. Tendrán sus razones, pero se los digo desde este momento: no metan sus naricitas en donde no les incumbe. Me explico, el matrimonio no lo inventó la iglesia católica, ni la judía, ni los nórdicos. El matrimonio no es exclusivo de ninguna iglesia o religión; ha acompañado a la vida del hombre desde que establece la sociedad. Algunas culturas no celebraban una boda, o la celebrarán de un modo peculiar, pero de que hay matrimonios los hay. 


Hasta el maestro limpio puede ser gay.

A ver, el matrimonio civil es una cosa. Ahora, el matrimonio por la iglesia o religioso es otra cosa. Por eso en una boda se celebra una ceremonia y luego otra, porque no tienen nada que ver. Esto significa que el matrimonio no es exclusivo de la religión: se casan incluso los agnósticos y los ateos ¿Entonces por qué cojones no deberían casarse también los homosexuales?

El de vestido es hombre... plot twist.

Que los religiosos piensen lo que quieran sobre la homosexualidad, pueden hacerlo; pero una cosa es encontrarse en desacuerdo con la homosexualidad y otra es tener la intención de prohibir sus derechos como seres humanos. Querer prohibir el matrimonio homosexual es como querer prohibir el matrimonio civil entre ateos o judíos porque no están bajo el seno de la otra religión, es una tontería. Aparte, no se ha legalizado el matrimonio homosexual por la iglesia, sino que se legaliza por el CIVIL; no tiene nada que afectarle a la religión.  


Un clásico de los bares gays.

Si dos hombres o dos mujeres quieren unir sus vidas, que lo hagan; y ninguno debe querer prohibir este derecho a nadie, he dicho. ¡Hasta otra grumetes!

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