domingo, 6 de septiembre de 2015

Las Pinches Groserías

Es curioso cómo cuando somos muy chicos a nuestros mayores les parece jocoso que digamos leperadas. Cuando yo era niño sola decir "Chingala Male" y todos morían de risa. Posteriormente inventé mi propia frase "Chingadera de perro" y la decía todo el tiempo. Con el tiempo a los adultos dejó de parecer tierno y me daban de hostias por lépero. Con los años aprendí la importancia de las groserías en la vida. Pues no es lo mismo decir "¡Chispas!" a soltar un "¡Chingao!" bien dicho.


Concha de su madre.

La grosería es, según la RAE, una descortesía o falta de respeto. Sin embargo, la grosería también refiere a cualquier palabra altisonante. Me imagino que las primeras groserías eran bastante precarias, a lo mucho figuras metafóricas "eres tan tonto como un caballo" o cosas así. Con el tiempo el hombre desarrolló un arte para insultar y se creó un léxico específicamente para ofender. Bueno, eso creo yo, no es que estuviese ahí para vivirlo.


Por fin llegué después de que me mandaran muchas veces.

Es curioso que casi todos los idiomas -si no es que todos- tienen palabras específicamente vulgares. En el español de México está "verga", "chingar", "pendejo"; en el de España encontramos "polla", "cabronazo", "coño"; en inglés "asshole", "dick", "fuck", "shit"; en francés "bite" ,"foutre", "con"; en italiano "cazzo", "figa", "cagna"; y así en muchas otras lenguas. Y es más curioso todavía que los humanos hemos desarrollado este tipo de palabras, las hayamos referido groserías y, aparte, que el decirlas o escucharlas generen algo en nosotros. 


Lo que hacía mi abuela cada que yo decía "Chingadera de Perro".

Y es que cuando uno está enojado no grita "¡Almidón!", tiene que gritar específicamente "¡Coño!" -o cualquier otra peladez- para poder hacer verdadera catarsis. No es lo mismo decirle a alguien "tonto" que gritarle "pinche pendejo", las groserías nos ayudan a darle la fuerza necesaria a nuestras palabras cuando es necesario. Nos ayudan a liberar presión, nos dan seguridad, e incluso pueden llegar a ser divertidas. 


Y es que a veces no hay otra forma.

Aprovechando el tema, he decir que aquellos que siguen pensando que las mujeres no deberían de decir groserías... ¿¡Por qué chingados no!? ¿¡Y tú sí no!? Ah, mira que chingón. Las groserías son necesarias en la sociedad, tanto para hombres como para mujeres; y no significa que tengan el vocabulario de JP el Pirata, ni que lo hagan todo el tiempo, sino que tirar una que otra grosería no está mal, o por lo menos eso creo yo ¡Hasta otra grumetes!

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